Esta pandemia que estamos viviendo a nivel mundial, es algo
insólito. Desde principios del siglo XX no se vivía en nuestro país una
situación como la actual ni de las proporciones de ésta. Situación que nos ha
obligado o está obligando a permanecer en nuestras casas para evitar el
contagio del virus.
El miedo al contagio está provocando serios cambios de
comportamiento en la sociedad en muchos órdenes de la vida. La obligación de
reclusión hace que las calles de nuestras ciudades no estén como habitualmente
están, que el movimiento diario de personas y vehículos se haya ralentizado,
que se esté utilizando ámpliamente el teletrabajo, que el turismo de masas se
haya detenido, que los centros educativos hayan cerrado y muchas personas se
hayan quedado sin trabajo. La especie humana ha tenido que encerrarse en sus
refugios.
Pero pronto aparecerán vacunas y fármacos que palíen,
reduzcan y frenen los efectos de este virus tan agresivo. Poco a poco vamos
controlando la pandemia. Entonces volveremos a la normalidad. Se habla
continuamente en los medios de comunicación de una “nueva normalidad”, es
decir, de una sociedad que ya no será como antes.
Ante esto nos surge la pregunta: realmente, ¿vamos a
cambiar?
Hay diversidad de opiniones. Hay quien opina que en cuanto
pase un tiempo y nos olvidemos, volveremos a lo de siempre. Hay quien opina que
nunca vamos a vivir como antes. Entre un extremo y otro hay un amplio abanico
de posiciones.
Y, cambiar, ¿en qué?
¿Van a cambiar nuestros hábitos y
costumbres de consumo, de relación, de diversión, de trabajo? Todo está por ver. Es cierto que, a lo largo de la historia,
muchos avances sociales se han producido como consecuencia de desastres,
pandemias o guerras. Situaciones en las que la sociedad en su conjunto ha dado
un paso adelante. En ésta, ¿va a ser así?
Esta pandemia puede ser una oportunidad excepcional y
magnífica para que la especie humana de un nuevo salto cualitativo en su
desarrollo y evolución hacia una mayor humanidad.
¿En qué puede ser una oportunidad?
Puede ser una excelente oportunidad para crecer en
conciencia personal, social, ecológica y de trascendencia.
Vamos a detenernos a analizar cada uno de estos aspectos:
1. Desarrollo
de una mayor conciencia personal.
Para una sociedad que está acostumbrada a acumular: relaciones,
experiencias, aficiones, objetos, bienes o dinero; y a vivir una carrera hacia
tener más, conseguir más, puede ser una oportunidad para desarrollar una mayor
conciencia personal, y aprender a vivir valorando más lo que tenemos y somos.
Valorar lo esencial, lo que habitualmente no valoramos. Las pequeñas cosas, los
encuentros con los seres queridos, el aire fresco y respirable, los momentos
cotidianos sencillos: el poder respirar, el poder hablar, el pasear por la
naturaleza, nuestras cualidades y riquezas personales, etc.
Para una sociedad que está construida en la “exterioridad”,
puede ser una ocasión excepcional para encontrar, recuperar o profundizar en
un camino hacia su interioridad, para que el ser humano desarrolle más su
capacidad para la reflexión y el auto-cuestionamiento. Cultivar la interioridad
va a permitir que pueda descubrir que su universo interior puede ser tan apasionante
como el exterior, y comprobar que, esta dimensión no está reservada a unos
pocos, sino que es un gran regalo para todos.
Para una sociedad que valora especialmente el parecer y la
imagen. Puede ser una oportunidad para desarrollar y vivir a partir de
valores interiores, valores humanos, esenciales, que nos construyen desde
dentro, que nos hacen más humanos y más felices.
Para una sociedad donde parece que todo está ya inventado, puede
ser una oportunidad para activar una nueva creatividad y nuevas habilidades,
nuevas formas de trabajo y modelos productivos, y no conformarnos con lo que
hay. El mundo es así, el ser humano es así. Si queremos…
2. Desarrollo
de una mayor conciencia social.
Para una sociedad donde abunda el egocentrismo (la búsqueda
de lo mío, de lo de mi grupo, de lo de mi pueblo o mi país), es una oportunidad
para desarrollar una mayor conciencia social, es decir una mayor conciencia de
que el ser humano es uno, de que las semejanzas son mucho más importantes que
las diferencias, de que cuidando de que todos avancemos, el conjunto avanza
más, sin necesidad de ir dejando gente en la cuneta (los que no son como
nosotros: los pobres, los de otra raza, los de otra cultura, los de otra
ideología, los de otra religión, los de otro continente, los de otra edad, …). Puede
ser una buena ocasión para tener más en cuenta, especialmente, a los ancianos y a los jóvenes, a los débiles y
necesitados.
Sería un gran avance si aprendemos a vivir de una manera
más solidaria los unos con los otros. Solidaridad, es cuidar al otro.
Cuidando los unos de los otros, todos ganamos. En la teoría de la negociación
se habla de distintas posibilidades en las estrategias utilizadas. Podemos tener
como objetivo el “ganar-ganar” (ganar yo, pero que el otro también gane) o el “ganar-perder”
(ganar yo, a costa de que el otro pierda). Ganar-ganar es pensar también en el
bien del otro, es ponernos en su lugar y buscar, también su bien. Esta postura
en la vida es un avance en solidaridad.
Para una sociedad que considera lo público como un derecho,
pero que lo valora poco. Puede ser una oportunidad para valorar y potenciar
lo público, aquello que es de todos, aquellos servicios que son esenciales
para la colectividad y que, en la mayoría de los casos, no son especialmente
rentables económicamente hablando, pero sí necesarios. Aquello que, en
ocasiones difíciles como ésta, nos salva de un apuro y nos permite afrontar lo
que nos afecta a la sociedad en su conjunto y posibilita una sociedad del
bienestar.
3. Desarrollo
de una mayor conciencia ecológica.
Para una sociedad que vive en el consumismo permanente,
acostumbrada a usar y tirar, a desechar rápidamente lo usado y viejo, a sustituir
y no reparar. Puede ser una oportunidad para desarrollar una mayor conciencia
ecológica y planetaria, es decir, una mayor atención y cuidado por nuestro entorno próximo o lejano y
tomar una mayor conciencia de la necesidad de priorizar el cuidado del planeta,
en general, y de nuestro entorno cercano en particular, de un verdadero
reciclaje, de evitar comprar lo innecesario, de reparar antes que sustituir,
etc.
Este periodo de confinamiento ha sido para la naturaleza, un
regalo. Un periodo de descanso excepcional en términos de emisión de gases, de
generación de polución, de dejar espacio a otras especies de este planeta. Es necesario
que el ser humano tome más conciencia de las necesidades de regeneración del
planeta, de que los recursos naturales no son ilimitados, de los efectos de su
actividad y su huella en los distintos ecosistemas.
4. Desarrollo
de una mayor conciencia de trascendencia.
Para una sociedad que vive en lo inmediato, en lo concreto,
sin detenerse demasiado en las grandes cuestiones: ¿quién soy? ¿de dónde vengo?
¿a dónde voy? ¿para qué estoy aquí? Puede ser una oportunidad para detenerse y
abrirse a lo trascendente, a aquello que no tiene explicación racional, a aquello
que nos sobrepasa, que no acabamos de comprender, o a aquello que nos puede
dejar un poso de admiración, de sobrecogimiento y que a la vez nos puede hacer
más hondamente humanos. Una dimensión en el ser humano, a veces desconocida o
extraña si no la frecuentamos, pero que nos hace más nosotros mismos y que nos
ayuda vivir más profundamente las anteriores conciencias mencionadas.
Veremos en qué queda todo esto. Hasta dónde los seres
humanos nos vamos a comprometer con los cambios. Como ha sido hasta ahora, algunos
lo conseguirán, otros no. Los que realmente se comprometen y avanzan, van
haciendo progresar a la sociedad en su conjunto, con su ejemplo y testimonio,
con su entrega y cambio, con su liderazgo en su materia. Así ha avanzado la
humanidad a lo largo de la historia.
Ojalá que el número de personas que está dispuesta a cambiar
y a progresar, crezca más. Hay muchos, pero habrá más.
Todo esto está muy bien, pero ¿cómo?
Esto que expreso aquí no es nuevo. Lo oímos a todo aquel o
aquella que ve más allá de lo inmediato. ¿Pero cómo hacer esta evolución?
Para que esto sea posible es necesario:
- Reflexionar. Para aprender hay que reflexionar e integrar lo que hemos vivido. ¿Estoy dispuesto a pararme y encontrar tiempo para cuestionarme y mirar dentro de mí?
- Hacer las cosas de distinta manera. Esto supone un cambio de hábitos y, en ocasiones, de estilo de vida. ¿Estoy dispuesto a este cambio de hábitos y rutinas? ¿tengo claro en qué necesito cambiar?
- Asumir nuestra pequeñez y vivirnos en humildad ante la realidad y avanzar paso a paso.
En PRH llevamos 50 años ofreciendo medios e instrumentos
pedagógicos, en los cinco continentes y más de 35 países, para poder avanzar en
lo que encierran estas líneas, en unos aspectos y otros. El resultado ha sido
muy positivo entre quienes utilizan nuestra formación.
En estos días de confinamiento/desconfinamiento, ofrezco una
formación que se llama El valor de mi vida, en online, para
valorar mejor nuestra vida, lo que somos y tenemos y ser más felices con nosotros
mismos.
Ofrecemos diferentes formaciones para avanzar en unos
aspectos u otros. Podéis ver la oferta que tenemos en http://www.prh-iberica.com/formacion/listado-proximos-cursos
Os invito a conocernos y utilizar nuestros medios y herramientas. Merece la pena la inversión de tiempo, dinero y energías. Para mí, personalmente, fue y sigue siendo, la mejor inversión de mi vida: crecer como persona.
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