miércoles, 21 de febrero de 2018

Invertir en Desarrollo Personal



INVERTIR EN DESARROLLO PERSONAL

crecimiento anillo aislado dorado columna alto torre metal dinero negocio objeto cerca gráfico anillo de bodas joyería efectivo banco oro plata nivel grafico diagrama valores moneda acuñar concepto arriba cambio ahorro bancario Rico economía ingresos financiero éxito financiar riqueza lucro inversión salario tarifa platino Accesorio de moda¿En qué empleamos nuestras energías, nuestro dinero, nuestros recursos?

 Aunque parezca mentira, la mejor inversión que podemos hacer no es en bienes materiales,  posesiones, conocimientos o experiencias, sino en uno mismo, en el desarrollo de nuestra propia identidad como persona.


Cuando invertimos en algo material, cuando compramos, básicamente podemos tener dos satisfacciones, el hecho de tener, que genera satisfacción en sí mismo y que en ocasiones puede ser incluso adictivo, y la satisfacción de una necesidad que puede cubrir ese elemento material.  Compro un cuadro para satisfacer mi deseo de armonía, compro comida para satisfacer mis necesidades de alimento, compro un coche para poder desplazarme e ir al trabajo, etc..  Básicamente es así, aunque hay una enorme complejidad en el ser humano en torno al tema de la compra y adquisición de cosas. Hay muchos fenómenos relacionados con ello como las compras compulsivas, compensatorias, compras sin sentido y otros fenómenos en los  que no vamos a entrar aquí.

Podemos invertir en  cultura y conocimientos. “El saber no ocupa lugar”. Adquirir conocimientos nuevos  nos enriquece y desarrolla, abre la mente y puede hacernos más comprensivos y lucidos del mundo y del ser humano. Por ejemplo, lecturas de libros, estudios, visitas a museos y otras experiencias relacionadas con el saber. También observamos que a veces ese conocimiento se  puede diluir rápidamente o acabar pasando  nuevamente a nuestro inconsciente si no está arraigado en nuestra propia experiencia y esencia. En ocasiones aprendemos cosas que pronto olvidamos. Por otro lado, es interesante observar fenómenos que se producen en relación a la adquisición de conocimientos: excesivo afán por “coleccionar” conocimientos,  necesidad de sentirse por encima de los otros en determinados temas o áreas del saber, magnificación del “saber” sobre otros elementos de la realidad, etc.

Imagen relacionadaDesde hace años y cada vez más, es habitual en nuestra sociedad desarrollada, la inversión en experiencias. Experiencias de todo tipo, sensibles, emocionantes, instructivas y enriquecedoras algunas, otras no tanto. Son formas  diversas de vacaciones, experiencias de viajes, de aventuras, de riesgo, de relación, relacionadas con el cuerpo o de juego virtual o real, etc. Generalmente este tipo de inversión deja una huella, un recuerdo más o menos permanente al ser novedosas, poco habituales y en las que ponemos en práctica aspectos nuestros que no frecuentamos. En este sector hay muchos fenómenos y maneras de vivir estas formas de inversión, algunas muy positivas y otras negativas, de tipo adictivo especialmente.

Podemos también invertir en desarrollo personal. ¿A qué nos referimos con ello?

Nos referimos a emplear recursos en conocernos a nosotros mismos en profundidad, descubrir y desarrollar nuestras fortalezas interiores y conocer nuestras trampas, dificultades y problemas para dominarlos y que no nos dominen, desactivarlos, reducir su efecto en nuestra vida y si es posible, eliminarlos. Esta inversión es muy rentable. Cuando empleamos recursos en nuestro propio crecimiento personal, lo que estamos haciendo es una labor de mantenimiento y mejora de nuestra propia persona en su interioridad, de lo que hemos recibido al nacer y que corresponde a cada uno cuidar durante toda su existencia.
Invertir en la propia formación personal  es cuidar ese jardín interior de cada uno y cada una para que florezca, crezca y se desarrolle toda nuestra personalidad y así afrontar mejor la vida. Es construirnos desde lo esencial.
Pero a la hora de invertir en formación personal humana nos encontramos con un dilema que tienen muchas personas. ¿Por qué gastar dinero en algo que puedo hacer yo solo? ¿Por qué buscar ayuda exterior cuando puedo leer algún libro de autoayuda, o reflexionar yo mismo? Efectivamente,  eso ya es algo. Y es necesario. Sin embargo no es suficiente. No es suficiente si queremos ser verdaderamente felices y eficaces. 

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Una pequeña metáfora para ilustrar esto: “tengo un amigo que tenía una parcela de terreno. Quería plantar algunos árboles para embellecerla y disfrutarla y dicho y hecho, compro algunos arbolitos que él mismo plantó y regó. Al mismo tiempo, su vecino plantaba también arbolitos de la misma especie. Cual fue la sorpresa de mi amigo que al cabo de dos o tres años sus arbolitos no habían crecido demasiado, ni siquiera le superaban en estatura, mientras que los árboles de su vecino median ya más de dos metros. Tal fue el desconcierto que se acercó al vecino a preguntarle qué había hecho y éste le explicó que había sido aconsejado y ayudado por un jardinero. Entonces le explicó muchos detalles que ni siquiera se le habían pasado  por la cabeza en el viejo arte de la jardinería. Ahora comprendía, el no había hecho casi nada de lo que le contaba pensando que con regarlos de vez en cuando sería suficiente”.

Como en todo, la ayuda de expertos es fundamental para un desarrollo adecuado de aquello que hacemos. Un experto nos ahorra tiempo, dinero, nos evita errores y pasos en falso. Por eso es fundamental que en aquello que nos importa de verdad, en cómo avanzar en nuestra forma de vivir y ser, nos dejemos ayudar por expertos. Si a la hora de construir nuestra casa, buscamos expertos arquitectos, constructores y albañiles, cuanto más a la hora de construir nuestra persona, es necesario que busquemos expertos que nos ayuden en esa impresionante aventura que es el propio crecimiento interior.

Luis Avilés.                                                                                                                                                       

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