En algunos cuentos y películas de nuestra infancia y
adolescencia aparecían personajes que invocaban palabras mágicas como
“abracadabra” o “¡ábrete, sésamo!”, las cuales conseguían efectos
espectaculares. Esto nos asombraba y, en algunos casos, nos podía fascinar.
Pero no os voy a hablar de este tipo de magia ni de películas. Os voy a hablar
de palabras o frases que nos ayudan a crecer.
A lo largo de mi vida han ido apareciendo algunas
palabras o frases que siento “mágicas” para mí. Mágicas en el sentido de que,
al decírmelas a mí mismo, decirlas en voz alta o simplemente recordarlas,
rápidamente me arrastran y suscitan una activación en la línea del contenido
que éstas encierran. Son palabras que tienen tal fuerza en mí que me ayudan a
progresar, a mejorar, a crecer. Han sido un apoyo para crecer y vivir más a
fondo actitudes constructivas y necesarias para mi crecimiento personal. Estas
palabras me han ido transformando y me siguen transformando. Me hacen mejor
persona.
Algunas de ellas son: “disfruta”, “párate”,
“atrévete”, “relativiza”, “hago lo que puedo”, “trátate bien”, ….
En este artículo voy a detenerme a recoger el
significado que una de ellas tiene en mi interior -a la que le tengo especial
cariño- y compartirlo con vosotros y vosotras, por si os es de utilidad. Espero
que os ayude tanto como a mí.
Disfruta.
Me digo “disfruta” y cambio el chip: me pongo en clave
vida, en clave sentirme, en clave gustar, en clave valorar. Abre mi mirada a lo
positivo que la vida me presenta en el momento en el que estoy. Cuando me lo
digo a mí mismo, me lleva a tomar conciencia de todo lo que la vida me regala
continuamente, en el día a día; a tomar conciencia de la suerte que tengo de
estar vivo, de sentir, de tener, de ser, de estar donde estoy hoy.
Disfruta significa para mí:
déjate sentir lo que la vida te da, sea lo que sea, desde una actitud de
acogida y de aprender a sacar lo positivo que hay en ti para ese momento.
Disfruta es: déjate sentir, saborear, estar. Sé consciente de qué es la vida, realmente. Aprovecha y mira la vida con alegría, sintiendo qué es lo que tienes y que cada momento es único. Cada momento es irrepetible. No va a volver a pasar. Tanto si es especial como si es triste o desagradable o no tenga algo que lo haga especial. Y, aunque sea triste o desagradable o cotidiano, es tu momento. Es lo que tienes. Es lo que eres hoy.
Las actitudes positivas ante la vida que encierra esta
palabra me han cambiado, y al recordarlo me retrotrae a cómo era yo antes de
iniciar este proceso de crecimiento. Nunca era suficiente. Siempre tenía un
pero. Lo que vivía podría estar bien, pero… Siempre anhelando algo que no
tenía, no era, no sentía, no vivía. He tenido que aprender a disfrutar, a
dejarme sentir. Antes mi vida era hacer, hacer y hacer. Obligación. Tengo que.
Una sucesión de haceres, pero sin saborear lo que tenía entre manos, sin, por
decirlo de alguna manera, respirar la vida, paladear la vida que se me escapaba
entre los dedos.
Y fui aprendiendo a disfrutar. He aprendido a aceptar
que tengo lo que tengo, soy lo que soy. No hay más. Y esto fue haciendo crecer
una mirada conciliadora con la realidad. Aprendí a disfrutar de la vida, del
momento, de mí mismo.
“Disfruta” me abre a lo presente, lo sencillo, lo
cotidiano, lo normal. Abre mi mente y abre mis poros a vivir, a la vida tal
como es.
A mi gente, a la gente a la que ayudo en los cursos,
en la ayuda individual, les invito, cuando es oportuno, a disfrutar. Déjate
disfrutar. Mira con gusto eso que tienes. Valora lo que eres en lo que te
pasa, en lo que sientes.
Disfrutar requiere que nuestra mente se abra a ello,
se interese por ello, aprenda a ello. Entonces deja paso a algo interior. Abre
a experimentarse a uno mismo de otra manera. Conozco muchos casos de personas
que, después de momentos muy importantes de su vida como puede ser una boda, el
viaje soñado; en definitiva, la realización de una aspiración, de un sueño que
anhelaban, etc., me han manifestado que no han podido disfrutar de esos
momentos. “Estaba tan nerviosa…”, “es que la ansiedad me ha impedido disfrutar
del momento”, me dicen. Para poder disfrutar es necesario “aparcar” lo más
posible esos sentimientos negativos y situarse en actitudes positivas y en la
consciencia y motivación de querer saborear con paz esos momentos,
humildemente, sencillamente, acogiéndolos como un regalo y viviendo ahí,
conscientemente, los aspectos esenciales de uno mismo que aspiraban a
actualizarse.
Contrario a disfrutar es dejarse arrastrar por los
movimientos sensibles o emocionales, lamentarse, vivir en la
preocupación, estar lejos de uno mismo, huir de la realidad, vivir en el sueño;
y, aunque ese sueño pueda ser bonito, nunca será lo mismo que disfrutar de la
presencia a uno mismo, de la propia realidad.
Cuando disfruto, soy. Me siento ser. Soy consciente de
ser y de vivir. Me centro en el momento, como si no hubiese un mañana, y lo
paladeo como un buen vino o una buena comida.
Por suerte, lo que más nos produce felicidad son
pequeños y sencillos momentos asequibles a cualquiera. Los mayores placeres y
disfrutes de la vida son gratis, decía alguien. No es tener. Es lo que puedo
vivir en cada momento, esté donde esté, tenga lo que tenga.
Disfrutar. ¡Y hay tanto de lo que disfrutar! Una
hermosa canción. Una película interesante que te atrapa. Unas copas con
unos amigos, o una conversación apasionante sobre un tema de actualidad.
Disfrutar de tener el reto de un proyecto a realizar, de tener un sentido en la
vida. Disfrutar de una mirada de cariño. Pero, incluso, disfrutar de lo que, en
principio, no es tan agradable, positivo o gustoso. Se puede llegar a disfrutar
en medio de una situación difícil. Esas circunstancias podemos vivirlas siendo
nosotros mismos, abiertos a aprender, a sacar lo mejor de nosotros, con un
espíritu positivo, etc.
Y me surge: por favor, disfruta. Aprende a
disfrutar de todo. Desde lo más simple y que la vida nos regala: respirar,
estar vivo, poder caminar, hablar, oír, …, hasta todo lo positivo de ti
-cualidades, capacidades, valores- que puedes vivir en el día a día. Pero
también de los momentos controvertidos o más difíciles por los que,
inevitablemente, todos pasamos. De lo bueno y de lo malo, de lo que acontece,
de los errores y aciertos, de los avances y los retrocesos. Porque todo eso
forma parte de la vida, es único e irrepetible, nos enseña y nos va
configurando como persona.
Para terminar, os dejo unas preguntas para después de
esta lectura:
- ¿qué se despierta o activa
interiormente en mí?
- ¿me moviliza a avanzar en
algún aspecto de mi vida?
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