El otro día, ante lo que expresaba una persona en una
acalorada reunión en la que me encontraba, estuve a punto de intervenir
precipitadamente y expresar lo que me estaban produciendo sus palabras. En ese
momento algo me hizo contenerme, algo que venía a significar un “párate…espera”. Seguí esa intuición. Y
después me alegré: me permitió acoger mejor lo que quería responderle,
expresarme de una manera más comedida, hacerme entender mejor y no dejarme
llevar por lo que se me había activado emocionalmente. Fue constructivo para la relación y me dejó
en paz.
En un artículo anterior hablaba de palabras mágicas. Es
decir, expresiones, frases o palabras que me ayudan a avanzar o a dirigir mi
vida. Os hablaba de “disfruta”.
Ahora os hablo de otra de estas “palabras mágicas” para mí:
“párate”. Cuando me digo a mí mismo, o surge dentro de mí, es como una
invitación interior a no decidir de manera apresurada e impulsiva. Es una
invitación a acoger las cosas, la situación, los acontecimientos y lo que
siento interiormente antes de reaccionar y actuar. “Para” o “párate” me remite
a mí mismo. Me remite a acoger desde mi conciencia profunda cómo vivir y actuar
ante lo que tengo delante.
Me ha ayudado en múltiples ocasiones a ser menos impulsivo y
más reflexivo; a dejar decantar las cosas y, a veces, a consultar “con la
almohada” antes de tomar una determinada decisión. Me ha posibilitado que no
dirija mis decisiones lo primero que me viene a la cabeza o alguna de mis
emociones. Ha sido clave para no tener que arrepentirme de lo dicho o de lo
hecho. Me ha permitido hacerme más consciente de lo que realmente quiero,
pienso y decido. Y a conocerme más a fondo a todos los niveles de mi persona.
Todo esto ha requerido un aprendizaje, un largo aprendizaje.
He aprendido a refrenarme, a controlarme en lo que digo y hago. Y no ha sido
fácil; porque, de primera, tiendo a ser de primeras reacciones, soy de
temperamento sanguíneo y en muchas cosas tengo la respuesta o la reacción
rápida. Soy de tendencia más activa que reflexiva.
“Párate” también me trae la sensación de que no es el capricho o la ambición, el miedo o la frustración los que dirigen mi vida, sino una coherencia y responsabilidad interiores para con lo que soy de fondo. Me hace sentir que no estoy solo en mis decisiones. Tengo un gran aliado, mi conciencia profunda, que está en la base de ese elegir sabiamente que he ido descubriendo y aprendiendo a vivir.
Ha sido, realmente, un elemento de equilibrio para mi
persona. Como digo, ha requerido su aprendizaje y un trabajo de observación personal.
Y puedo decir que este “párate” me ha permitido esa escucha interior a mi
conciencia y a distinguir a qué nivel me estaba viviendo.
Y desde aquí os invito a conocer a fondo y a vivir el
aprendizaje del método de discernimiento que transmitimos en PRH, tanto para
las decisiones importantes como para los actos cotidianos y las costumbres que
vivimos de manera habitual. Merece la pena. Es admirable.
El método invita a parar de diferentes formas, prolongada o breve,
rápida o instantánea a veces, para poder escuchar a la conciencia profunda
ante la situación que se presenta para
tener que decidir. Es una forma de decidir y de vivir que permite tener una
sensación de ser uno mismo quien realmente dirige su vida, decidir bien, crecer
en quién realmente eres y sentirse satisfecho y en paz. Esto lo trabajamos a
fondo en el curso Tomar decisiones constructivas y lo presentamos de una
manera sencilla e interesante en el libro “Saber decidir, clave para ser feliz”. Te animo a leerlo y, si te
es posible, a hacer el curso.
También este “párate” ha enriquecido mi vida interior. Ha
supuesto un encuentro más a menudo conmigo mismo. Un encuentro conmigo para
escucharme realmente en lo sentido, en lo vivido, tanto en lo positivo como en
lo que no funcionaba bien. Esta parada es esencial para empezar a observar el
universo interior que encerramos cada persona. Ha sido “para y escucha”, “para
y observa” o “para y aprende”. Paradas cortas y ultrarrápidas en el quehacer
diario, pero también paradas laaargas y silenciosas, en otras ocasiones, de
auténticos y bellos encuentros con mi mundo interior.
Por otro lado parar me ha permitido saborear y disfrutar de
pequeños instantes o grandes momentos que la vida me ha regalado. El aire
fresco en el rostro en una tarde gris, una mirada de complicidad y
entendimiento entre dos amigos, el momento de claridad y lucidez de un
participante en un curso ante un descubrimiento realizado, etc, etc.
Pero hoy no me detengo más; quizás en otro momento.
Te dejo algunas preguntas que pueden ayudar a verte en
relación a este acto de pararse:
·
¿Me es fácil parar antes de actuar o decidir?
·
¿Me paro para distinguir lo que me mueve al
actuar, lo que hace que vaya a actuar así?
·
¿Me atrae parar a escucharme por dentro?
·
¿Me paro para saborear lo que la vida me
regala?
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