domingo, 17 de noviembre de 2024

CANSADO DE "BABELES"

 

La Torre de Babel representa el paradigma de la división y la confusión. Es el prototipo de sociedad que acaba entrando en un proceso de desintegración y desunión, y que se manifiesta por la falta de entendimiento (hablar distintas lenguas), la desarmonía y la confrontación social.

Hoy estamos en una situación donde la división social es importante (aunque siempre lo ha sido) a nivel político y social en gran parte del mundo. Siempre ha habido bandos, pero después de años de una mayor estabilidad y equilibrio nos encontramos en un momento de mayor crispación política, medioambiental, bélica y religiosa.

Lo que quiero destacar aquí es la tendencia que tiene el ser humano a dividir, separar, a anteponer lo propio a lo colectivo, a destacar lo que diferencia más que lo que une. Siendo ésta una de las principales causas de conflictos, desgracias y desastres que han azotado y asolado a la humanidad desde el comienzo de los tiempos.

Y nos cuesta aprender; al menos, a una gran mayoría de habitantes de este planeta. Ver como esto se repite una y otra vez me produce cansancio y hastío. Estoy cansado de la infinidad de “babeles” que hay por doquier cuando amo la paz y el entendimiento, y creo que es posible alcanzarlo.

Las diferencias son normales e inevitables. Se pueden ver como riquezas siempre que se sepan vivir, o pueden ser grandes problemas si no se viven bien.

¿A qué diferencias me refiero? En todos los órdenes y ámbitos de la vida hay diferencias y divisiones. Algunos ejemplos:

Fronteras. Las fronteras dividen, separan, generan sentimientos identitarios que pueden excluir e incluso repudiar al que no está entre nuestros compatriotas. Guerras, exterminios y explotaciones de unos pueblos a otros son ejemplo de este tipo de división.

Los credos y las religiones. También pueden separar. Cuando se vive la religión propia como la verdadera y única y todo lo demás como malo y negativo, mal vamos. Las guerras y luchas religiosas han destrozado millones de vidas a lo largo de la historia. En nombre de un determinado dios supuestamente verdadero y único se ha masacrado a multitud de inocentes.

Ideas e ideologías. Los que piensan como yo son los que valen. Los que piensan de distinta manera, son enemigos. Esta es otra diferencia que ha generado y sigue generando luchas y conflictos interminables entre los humanos. Capitalismo vs comunismo. Derechas contra izquierdas.

Etnias y razas. Quien tiene un color de piel distinto al mío ¿es peligroso para mí?, ¿es menos que yo? ¿tiene menos derechos que yo? ¿me daña su presencia? ¿vale menos que yo? La distinción por la piel o las características físicas o corporales provoca divisiones y conflictos en el mundo desde que el mundo es mundo.

Culturas y pueblos. Lo mejor es mi cultura. Lo que viven los otros está atrasado, no es entendible, es raro o extraño. Y a veces se llega a la conclusión de que hay que eliminarlo. Lo occidental frente a lo oriental. Las tradiciones de los países del norte respecto a los países del sur. La supuestamente “civilizado” frente a los salvajes, etc, etc. En definitiva, mi identidad cultural frente a la de otros pueblos. El etnocentrismo que ha arrasado a pueblos indígenas en todos los continentes.

Sexo. La de desprecios, marginaciones y abusos que ha habido a lo largo de la historia por ser mujer, por haber nacido así. Hablamos de diferentes formas de misoginia y explotación de la mujer entre otros males.

Edad. Lo joven frente a lo viejo. El desprecio a los ancianos, el desprecio a la pérdida de juventud. Son problemas de nuestra civilización actual en lo que denominan edadismo.

Ricos y pobres. Los que tienen más frente a los que tienen menos. La diferenciación por clases sociales, el desprecio y marginación de los pobres por los ricos.

Incluso en el deporte se vive la división. Defiendo hasta la muerte a mi equipo, desdeño y rechazo a los del otro equipo.

Etc…

Hemos antepuesto lo propio, lo nuestro, nuestra singularidad, nuestra visión de la vida y del mundo, a lo que une a toda la humanidad. Esto hace que todo esté trastocado, al revés.

Me parece importante empezar por el comienzo y recordar permanentemente lo que nos une:

 “Soy un ser humano que vive en un planeta llamado Tierra, en un momento y en un tiempo determinado de la historia humana. Ciudadano del mundo, mi patria es el mundo. Aunque vivo en un lugar concreto del planeta, en un determinado entorno.

Necesito respirar, comer, dormir, moverme, estar sano y vivo.

Tengo corazón, siento y padezco. Sufro y disfruto. Vivo satisfacciones y placeres, pero también insatisfacciones y frustraciones.

Pienso, puedo reflexionar y razonar.

Necesito comunicarme con otros. Necesito de los otros para vivir, no soy autosuficiente. Necesito su contacto, oírlos, verlos, sentirlos. Necesito su apoyo, su cariño y comprensión, ser aceptado y valorado.

Desde el comienzo de mi vida he necesitado ayuda. A lo largo de toda mi vida necesito ayuda para muchísimas cosas. Sin los demás no podría realizarme y, ni siquiera, subsistir.

Tengo capacidades y límites, virtudes y defectos. Capacidades y virtudes que puedo desarrollar, límites y defectos que puedo aceptar y aprender a reducir.

Creo en la Vida, creo en lo que da sentido a mi vida.

Tengo sueños, aspiro a mejorar, deseo aprender y progresar.

Busco ser feliz”. 

No creo que haya nadie que no se identifique con esto. Es la esencia de ser humano. Así somos todos los seres humanos. Todo esto nos une. Lo demás viene a posteriori o es secundario. Si esta conciencia de formar parte de UNA ÚNICA HUMANIDAD está bien asentada, vivenciada, asimilada e integrada en lo más íntimo de nuestra persona, las diferencias nunca llegan a ser una cuestión que genere problemas y división. Nuestras diferencias, entonces, pueden ser un enriquecimiento.

Por tanto, es capital que todos los seres humanos aprendamos a reforzar y fortalecer lo que nos une. Y volver una y otra vez a ello en las escuelas, en las familias, en las instituciones, como un auténtico credo colectivo, porque solo desde esa identidad de seres humanos se puede vivir en armonía la diversidad, la diferencia.

E invito a esta reflexión:

·         ¿Qué experiencia personal tengo de valorar y apreciar al que es diferente de mí?

·         ¿Dónde se enraíza en mí el vivir negativamente las diferencias?






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